En el capítulo 24 de la novela, el protagonista supone la existencia de un gusto único, de una belleza única para todos, la que denomina velleza (con v).
Aquí unos estudios sobre la belleza, y su posible unicidad.
agradecimientos a Berta Burguete,por sus comentarios y sugerencias
La psicóloga Judith Langlois, investigadora de la Universidad de Texas, recogió un montón de fotografías de caras de individuos de diferentes culturas y se las enseñó a un grupo de adultos voluntarios, que las puntuaron en función de su atractivo. Luego mostró esas mismas fotos a bebés de entre tres y seis meses, demasiado pequeños para estar ya bajo los influjos de la aculturación. Estos miraron significativamente más a las caras, tanto de hombres como de mujeres, que los adultos habían valorado como más atractivas. Eso sugería que los bebés, además de tener detectores de belleza innatos, compartían los gustos por los mismos rasgos de belleza.
http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20110826/54204629310/la-ciencia-de-la-belleza.html
El efecto óptico que producen esos caracteres infantiles acrecienta en los adultos latendencia innata a mostrar ternura con los niños y a cubrirlos de halagos y atenciones. En lasrelaciones sexuales, las reacciones químicas que anteceden y acompañan a la cópula provocanenrojecimiento en los adultos (Morris, 1967: 60), rubor parecido al que de forma espontáneamanifiesta el rostro de los lactantes.
La simetría de las caras y el dimorfismo son una fuente de atracción en todas las culturas humanas e incluso entre otras especies de primates.
http://www.elmundo.es/elmundo/2008/05/06/ciencia/1210092964.html
Rostros simétricos: un proyecto artístico explora el atractivo de las caras simétricas
http://www.huffingtonpost.es/2012/10/10/rostros-simetricos-caras-simetricas_n_1953569.html
Y para terminar… esta mirada sobre la amplitud de la belleza, que sin contradecir lo anterior, muestra la multitud de lados del prisma del que hablamos: https://edition.cnn.com/style/article/catherine-opie-beauty/index.html
“La belleza es siempre terror domesticado”.
Régis Debray