
[Extracto de capítulo 28:]
íbamos a disfrutar la delicia de pasar un día de intimidad junto a la novia de la alta sociedad americana: KaH, Katharine Hepburn, un plan de esos que pone a tono el ánimo y color en las mejillas; hacía algo de frío, eso sí, siempre olvido abrigarme para ir al cine. Hepburn brillaba tersa, gozosa, con esa belleza tan personal que pasea por las estancias y las escenas como si flotase, parecida a un remolino, haciendo que todo gire en torno a ella excepto su hermana pequeña, cómplice y único personaje capaz de volar a su altura. Cary Grant estaba estupendo, por supuesto, pero se encontraba ligeramente ofuscado, como James Stewart, fagocitados por una Hepburn en estado de gracia. Todas las miradas hacia ella.
KaH es una de las mujeres más interesantes que me he echado jamás a la cara y lo es siempre, pues mantiene el mismo fondo de personaje papel tras papel, sea María Estuardo, una puritana (nada pícara 😉 en medio de África o la abogada que se enfrenta a juicio contra su marido. ¿Hasta qué punto intervenía en sus propios diálogos, en su vestuario?
por supuesto compramos el libro y nos quedamos a la presentación. Todo discurrió previsible y excelso hasta el momento de las preguntas, cuando una joven repanchingada en su asiento levantó el brazo y cambió nuestras vidas:
—¿Sabe si la Hepburn tomó LSD durante el rodaje? He leído en alguna parte que Cary Grant solía ofrecerlo a sus compañeros de reparto. Lo pregunto, porque el consumo de LSD podría explicar esa extraña y etérea interpretación de Hepburn antes de la escena de la piscina.
Es un excelente extracto de novela, me ayuda mucho a saber mas o menos de que se trata.
Actualmente leo un poco de novela histórica, pero me gustaria mucho variar.
saludos.
gracias por tu comentario